Traición, sentimientos heridos, manipulación, bodas arregladas y dragones, son palabras que expresan a la perfección el mundo de Game of Thrones, y su precuela no es algo que se escape de esto.

Poco a poco los puntos se están uniendo para darle comienzo a lo que será una etapa llena de guerra. Desde el dolor de la casa Velaryon al ser subestimada por el rey Viserys, el rencor de Daemon al ser desterrado y despojado de su título de heredero al trono de hierro por su propio hermano, la traición que siente Rhaenerys al su papá anunciar que se casaría con su buena amiga, y las manipulaciones de la mano del rey y de la princesa Rhaenys.

Este episodio demostró nuevamente que no hay nada que realmente pueda aburrirte cuando entras en el mundo de Westeros, en especial si esta precuela está llena de dragones y una inminente guerra civil por apoderarse del trono. Sin contar que estamos ante una serie que desde sus comienzos ha demostrado el verdadero poder de las mujeres.

En Rhaenerys se puede obervar una personalidad fuerte y capaz de callar las bocas de quienes la critican, una princesa con porte y sabiduría de reina, incluso muchísimo más de las que pudiera tener Rhaenys o la misma Alicent. Rhaenerys actua por decisión propia mientras que Alicent se deja manipular.

Luego tenemos al principe Daemon, quien está haciendo todo lo posible por llamar la atención de su hermano y quien probablemente sea de los primeros involucrados, si es que no es el causante, de la guerra civil que se avecina.

En este episodio dejó en claro qué camino van a tomar cada unos de nuestros protagonistas y solo queda esperar y disfrutar de lo que va a suceder. No existe nada en House of The Dragon que no sea capaz de enganchar y mantenerte concentrado de inicio a fin en cada episodio.

Estoy muy emocionada con todo lo que está ocurriendo y estoy llena de expectación esperando que comienzo la llamada «Danza de dragones».